Devesa 12marzo2021

Un alojamiento turístico es como una pequeña ciudad. En él se interrelacionan diversas normas de seguridad que deben ser cumplidas: seguridad medio ambiental, de las instalaciones del inmueble, con los alimentos ofrecidos, con los trabajadores… Asimismo, la era de la digitalización y la tecnología disruptiva han traído consigo nuevos retos para los alojamientos turísticos, sobre todo en el manejo y la gestión de los datos personales de los clientes.

En este artículo vamos a analizar los riesgos y amenazas a los que se enfrentan los alojamientos turísticos, desde el punto de vista de la privacidad y la protección de datos personales, a consecuencia de los nuevos “agentes digitales” que han entrado en juego en el sector.

 

¿Cómo afecta la tecnología disruptiva a nuestros datos personales?

Con tecnología disruptiva nos referimos a aquellas plataformas digitales que han cambiado el paradigma tradicional que hasta ahora se seguía en el sector turístico. Estos nuevos agentes, como en el caso de Airbnb, no poseen alojamientos, sino que su función suele limitarse a intermediar entre estos alojamientos y los clientes, quienes deben ceder una importante cantidad de datos personales a estas plataformas.

Una de las consecuencias de estas nuevas herramientas digitales, cuya incidencia abarca a cuestiones económicas, sociales, políticas… está referida a los tratamientos en masa de datos personales: el big data. Ingentes cantidades de datos de clientes almacenados por la empresa para, en principio, dirigir sus ofertas o sus anuncios de una forma más personalizada y acorde a los gustos del cliente. No obstante, en este almacenaje de datos se pone en riesgo uno de los elementos centrales de esta nueva era: la privacidad.

Estos datos hablan más que cualquier usuario, que cualquier directivo. Revelan los deseos, las preferencias, los intereses… Se desprenden de las redes sociales, del email, de sensores del alojamiento, de las imágenes o de las tarjetas. De ahí que se deba poner sobre la balanza el desarrollo de nuevas oportunidades empresariales y los riesgos para la privacidad que estas prácticas pueden suponer.

 

Digitalización y tratamiento de datos personales.

En este contexto, en el que la obtención y acumulación de datos personales de los consumidores para saberlo todo de ellos se ha convertido casi en una obsesión, los alojamientos turísticos se enfrentan a algunos riesgos en el tratamiento de los datos personales. Y muchos de esos riesgos derivan de un tratamiento inadecuado (o, en muchos casos, ilegal) de la información obtenida.

Será especialmente relevante la incidencia que puede suponer la entrada en vigor definitiva, el 25 de mayo de este año, del Reglamento General de Protección de Datos, que da respuesta a una exigencia en el marco comunitario de que sean los propios usuarios los que conozcan, en cualquier caso, el alcance y el “itinerario” que pueden seguir sus datos personales.

Existen diferentes ejemplos de tratamiento inadecuado de datos personales que, por supuesto, pueden desembocar en la persecución penal de estas prácticas. De tal forma, la información obtenida puede dirigirse a mostrar sugerencias en base a intereses del cliente, pero nunca a obtener información estrictamente personal e íntima con objetivos comerciales.

Otro de los riesgos a los que se exponen estas herramientas digitales de intermediación son los peligrosos (y cada vez más frecuentes) ciberataques. Un deficiente sistema de protección de datos personales de clientes puede tener efectos impredecibles para la seguridad de la información almacenada y, por extensión, para la propia empresa encargada de su gestión.

De ahí la necesidad de que las nuevas plataformas digitales del sector turístico, que han revolucionado la manera de consumo y relaciones entre clientes y alojamientos, cuenten con el preceptivo plan de prevención de riesgos penales, en los que la protección de datos personales cada vez tiene una mayor importancia como una de las amenazas más serias a las que se pueden enfrentar.

 

Juan José Cortés Vélez

Of Counsel del Área Compliance y Legaltech de Devesa & Calvo Abogados

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