Conflictos societarios y negociación. Tres claves para el éxito. Imagen: Freepik

En mis más de 20 años de ejercicio profesional he participado como asesor jurídico en muchos conflictos societarios. En algunos casos como abogado de los administradores y socios mayoritarios de las organizaciones;  en otros como representante legal de socios minoritarios, “rebeldes” con o sin causa que intentan hacer valer sus derechos con diferentes objetivos. Sin olvidarnos del escenario de “tormenta perfecta”, esto es, dos socios o bloques de socios al 50% y frecuentemente administradores solidarios o mancomunados.

Dicho esto y si bien es cierto que es mucha la casuística en la práctica mercantil, hay algunos consejos que han demostrado una gran eficacia para la inmensa mayoría de los casos.

1. Quien se desespera pierde

Es raro que un conflicto societario culmine rápidamente. Generalmente se prolongan muchos meses, o incluso años. Algo que juega a favor de quien es paciente y en contra de quien, por necesidad financiera o por su carácter impetuoso, quiere una pronta resolución. Porque las prisas en los conflicto societarios tienen dos efectos muy perniciosos:

a) Debilita nuestra posición negociadora; y

b) Nos hace cometer errores.

2. Medir las batallas

Precisamente por el largo plazo que debe plantearse con sensatez al abordar la estrategia en la resolución de conflictos societarios, y dado que los recursos no son ilimitados, cualquier acción judicial que se emprenda debe tener un objetivo muy claro y razones fundadas para prosperar. No es la primera vez, ni será la última, que se inician acciones legales impulsadas por un socio herido en su ego o movido por un arrebato momentáneo. Muy al contrario, cada acción legal que se plantee debe no solo contar con fundamentos sólidos para prosperar, sino también responder a una estrategia clara y bien planificada.

Desgraciadamente, en este contexto de conflictos societarios abundan las denominadas querellas catalanas, es decir, acciones penales interpuestas con la supuesta finalidad de perseguir un delito, pero cuyo verdadero objetivo no es otro que utilizarlas como herramienta de negociación, debilitando la moral de la contraparte debido a sus implicaciones. Se trata de una estrategia carente de toda ética profesional, que además aprovecha la lentitud del proceso penal y de su instrucción como una auténtica espada de Damocles. Para cuando el procedimiento se archive o se dicte una sentencia absolutoria, habrá transcurrido un tiempo considerable, con las consecuencias que ello conlleva.

3. Pensamiento pragmático

Muy relacionado con los dos consejos anteriores llega el tercero: una buena estrategia legal y de negociación requiere dejar de lado las cuestiones personales, lo que nos apetece o no decir para desahogarnos y los egos. Lo importante es seguir escrupulosamente la estrategia diseñada y el consejo de nuestros asesores mercantiles. Cualquier error o desvío en este sentido puede salirnos muy caro.

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