Lucia-Cremades

La expresión evolve or die (“evolucionar ó morir”) es la máxima de estos tiempos para las empresas españolas. La decisión de salir al exterior es fundamental para prosperar y no ser absorbidos por la implacable globalización. Sin embargo, el comercio internacional tiene aparejado, además de importantes ventajas competitivas, una serie de riesgos que han de ser tenidos muy en cuenta.

¿De qué formas puede una empresa plantearse su salto al mercado internacional?.

1.- Simple exportación. Nos encontramos ante una pura compraventa internacional, de bajo riesgo legal si elegimos correctamente a la empresa importadora, el medio de pago y el  incoterm (“término internacional de comercio”) apropiado. Es la modalidad más conveniente para las empresas que emprenden por primera vez una transacción internacional.

Esta modalidad se puede realizar aún con más garantías si se tiene la cautela de contar con un representante comercial que conozca el sector en el mercado de destino, encargado por cuenta de la empresa de origen de la venta de sus productos.

2.- Constitución de una filial ó sucursal. La constitución de una filial aporta grandes ventajas a la empresa matriz tanto financieras como en volumen de negocio por el conocimiento del mercado de destino así como en ahorro en gastos de transporte, logística y producción. Asímismo podría ser muy interesante desde el punto de vista fiscal si el país donde se establece la filial o sucursal tiene tipos impositivos inferiores a los de la empresa matriz. Esta fórmula sin embargo implica mayores costes que la mera exportación con o sin representante comercial, previamente comentada.

3.- La alianza entre empresas. Esta figura es de gran interés para la empresa que desea participar en un mercado extranjero. Se basa en la confluencia de intereses entre dos o más empresas con un objetivo común, una transferencia recíproca de recursos para crecer. Su articulación jurídica pasa por un acuerdo de cooperación fija las obligaciones, derechos y aportaciones de cada una de las mercantiles en cuestión. Se produciría en definitiva, una transferencia de recursos para crecer. El inconveniente de este modelo de internacionalización es una pérdida de control de la empresa en la toma de decisiones y una disminución de la cuota de mercado (que se reparte entre los protagonistas del acuerdo de cooperación).

4.- La intermediación. En este caso sería otra empresa la que asumiría el control de las ventas en el extranjero. Esta última fórmula, se articularía legalmente a través de diferentes contratos según las características del negocio tales como los de distribución, comisión o agencia, entre otros.

Lucía Cremades Galiana es letrada de Devesa & Calvo Abogados y responsable del Área de Comercio internacional del despacho.

 

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